Época: Escultura
Inicio: Año 1200
Fin: Año 1300

Antecedente:
La escultura en Francia
Siguientes:
El "Taller de Rieux"

(C) Francesca Español



Comentario

Frente a esta realidad que caracteriza el siglo XIII francés y que acabamos de presentar, el siglo XIV plantea una situación muy distinta. Los artistas activos en las grandes canterías también han cultivado la escultura al margen de la estrictamente arquitectónica, y son buena prueba de ello ciertos sepulcros (Luis de Francia en Saint-Denis, Adelaida de Champaña, iglesia de Joigny) imágenes exentas (Virgen de Saint-Corneille en Compiégne), e incluso retablos (el de Saint Germer, ahora en el Museo Cluny de París). Tampoco deben olvidarse los "jubées" (Bourges, entre otros) que aunque obras de espíritu monumental, suponen el traslado del relieve narrativo al interior de la iglesia. Sin embargo, la gran época para toda esta producción menos monumental es el siglo XIV.La labor escultórica se desplaza entonces desde las grandes catedrales, terminadas o interrumpida su construcción definitivamente, a proyectos mucho menos ambiciosos, pero con un sello personal muy marcado (ésta es la gran época del mecenazgo real o nobiliario) y acordes con el gusto cortesano imperante. La escultura arquitectónica pierde protagonismo y queda circunscrita a ménsulas, claves de bóveda y a un contado número de portadas (Lyon, Burdeos...), entre las que se halla, como más excepcional, la occidental de Auxerre.Se inaugura la gran época de la escultura exenta. Se confecciona un gran número de imágenes de la Virgen, Santos, retratos de donantes; también es destacable el auge de los retablos y, muy especialmente, los sepulcros.El rasgo más novedoso de este período reside en el papel dinamizador que asume la monarquía, o los miembros de su círculo familiar más próximo, respecto a las empresas artísticas. Se ha visto, por ejemplo, que ciertas actitudes han incidido directamente en el desarrollo de la escultura en un centro como París. Es el caso de la condesa Mahaut de Artois que moviliza un nutrido grupo de artífices, en torno a sus fundaciones más importantes: Hospital de Herdin, Clarisas de Saint-Omere, monasterio de Thieulloye, Hospital de Saint-Jacques de París, con lo cual algunos maestros acaban finalmente asentándose en la corte, como sucede con Jean Pepin de Huy, documentado entre 1311 y 1329.En esta misma línea, el recurso a las formas artísticas como signo de prestigio consustancial a este periodo, afecta también directamente a la escultura. Ya se sirve de ella como medio de exaltación monárquica (aunque se disfrace bajo forma de exvoto) Philippe le Bel, (escultura ecuestre de la catedral de Notre-Dame de París), pero alcanza sus cotas más altas durante el reinado de Carlos V (que queda fuera de nuestro margen cronológico) con la galería real del Palacio del Louvre.Naturalmente, durante la primera mitad del siglo XIV el panteón de Saint-Denis se vio acrecentado con nuevos sepulcros, pero la tradición vigente en Francia que permitía enterrar partes del cadáver separadamente, hace que los monumentos funerarios se multipliquen: el cadáver se destina al panteón dinástico, pero el corazón y las entrañas tienen, a menudo, destinos diferentes.Estilísticamente, los talleres del norte trabajan de acuerdo con el gusto cortesano imperante. Sus realizaciones son delicadas de factura y elegantes de forma. Los cuerpos adoptan formas amaneradas, su perfil es ondulante y las telas se adaptan a ellos de modo inmaterial. En cierta medida puede afirmarse que la escultura se apropia del estilo del miniaturista Jean Pucelle, durante estos primeros años del siglo XIV. Además, este refinamiento general de las formas se acompaña de un acabado suntuoso con la incorporación de dorados, policromía en general, incrustaciones vítreas, combinaciones de mármoles blancos y negros, etc.Este tratamiento escultórico propio de París y del norte en general, no tiene su equivalente en el Languedoc. Toulouse, que pierde parte del dinamismo y de su potencial económico como consecuencia de la cruzada contra los albigenses a principios del siglo XIII, ya se ha recuperado, y los últimos años del siglo XIII y los primeros del XIV, suponen el arranque de nuevas empresas constructivas, aunque el modelo arquitectónico meridional del que he hablado no requiera especialmente de la escultura.